Informe "Lapsos sinistris gressibus" sobre la personalidad e ideología de los dirigentes del CEP (Centro de Estudios Pastorales)


por Félix de Arrahona

A continuación reproduzco unos artículos publicados en la revista L'agulla editada por "un grupo de amigos y amigas a partir de un par de puntos en común: ser cristianos con ganas de vivir la fe de manera abierta y progresista, y ser política y socialmente de izquierdas. L'agulla (la aguja) pretende ser una herramienta para ir creando reflexión y pensamiento desde este espacio vital que compartimos."

Los integrantes/as de este grupito de amigos/as, entre otros, son:

Jaume Botey: cura comunista secularizado

Joaquim M. Cervera: cura "sociólogo", párroco de la parroquia del Gornal (L'Hospitalet ), responsable del Departamento de Sociología aplicada del CEP y de los cursos de agentes de pastoral

Josep Lligadas: cura secularizado "ejusdem furfuris", ideólogo actual del CPL (Centro de Pastoral Litúrgica)

 

Corresponsabilitat (artículo original, en catalán)

Traducción al castellano

Corresponsabilidad


Esta palabra se utiliza a menudo, y casi exclusivamente, en ámbitos eclesiales. Para no utilizar otras palabras que parece que den miedo o sean tabú, como son "Democracia" y "Participación". Y cuando eso pasa, es por alguna cosa.
Eso forma parte de la voluntad de diferenciación por parte de la iglesia católica en relación con la sociedad civil, cuando de hecho, a lo largo de los siglos, la iglesia ha copiado diversos modelos sociopolíticos del entorno social. ¿No sería mejor reconocerlo, y ahora también "imitar" lo que después de un legítimo proceso de discernimiento evangélico se crea conveniente "copiar" de la sociedad civil? ¿No sería mejor hablar de democracia y de participación de todo el pueblo cristiano?
El miedo a la democracia ("¡Cuidado, que la Iglesia no es una democracia!" se dice. También podríamos decir que no es una monarquía, y demasiado a menudo ¡actúa como tal!), impide no solo una percepción positiva del pluralismo dentro de la Iglesia, sino las posibilidades reales para la evangelización. Una organización más democrática y participativa (más allá de la democracia puramente formal, representativa y por delegación) permitiría dotarse de responsabilidades y mecanismos que evitarían lo que ahora pasa: que en muchos lugares no puedan acceder a la eucaristía, o no puedan alimentarse en grupos de fe, o incluso conocer el mensaje. La monopolización de muchas funciones y responsabilidades por parte de clérigos, hombres, célibes y liberados, a sueldo, no hace todavía posible una auténtica corresponsabilidad.
Corresponsabilidad quiere decir construir una iglesia no de categorías de personas: laicos, religiosos, curas y obispos, sino unas comunidades donde cada persona, sin discriminación de sexos, edades, estados, ejerza su ministerio en bien de toda la comunidad. Eso quiere decir pensar en voluntarios, semi-liberados y liberados pagados, y planificar su formación y financiación. Y quiere decir también que todo el mundo participe de las decisiones que se toman en las parroquias, en los movimientos, en las diócesis ... no sólo en órganos puramente consultivos sino decisorios.

 

Quim Cervera

 

Comunió (artículo original, en catalán)

Traducción al castellano

Comunión


La palabra «comunión» tiene su historia, sus diversos sentidos, y hay quién quiere darle un sentido interesado. Hoy se utiliza a menudo, en el interior de la Iglesia, por diferentes estamentos normalmente con responsabilidades de dirección, como arma arrojadiza para desmarcar a los que no están de acuerdo con uno mismo. Y normalmente se dice que no está en comunión con la Iglesia, para decir, de hecho, que alguien no está de acuerdo con el que habla, o con su grupo o tendencia eclesial.
Hay que pasar de un concepto de comunión, abonado en una época en la que la Iglesia católica dominaba los símbolos, la ética, y las conciencias, a un concepto de comunión que se tiene que mover en una Iglesia que camina en una sociedad laica, democrática y pluralista. Por eso los liberales católicos se quejan cuando gente de Iglesia evoca la comunión porque no quiere aceptar la discrepancia, o el conflicto. A mi entender tenemos que ir todavía a un concepto más allá de comunión, que se distancia del significado de control tradicional jerárquico, pero también del puro significado del respeto liberal, y de la voluntad individual y opcional de sentir en comunión o de unirse a otros libremente.
Comunión viene de común-unión, es decir, de una construcción unitaria hecha en común; por lo tanto, es un proceso nunca acabado. Desde el deseo profundo antropológico de sentirse hermano e igual, y desde el concepto sociológico de comunión, que aumenta el grado de intensidad de la relación en los grupos humanos en el continuum asociación-comunidad-comunión, podríamos decir que comunión es una construcción constante desde la diferencia, desde el pluralismo y desde el conflicto, conflicto que puede ser incluso irresoluble. Pero para Dios no hay nada imposible, es Él quien nos hace comunes. La comunión no será definitiva hasta la comunión de todos y todas; aquí sólo es anticipación, signo relativo, cata, en vasijas de barro, siempre frágil, y no es nunca exclusiva del que la nombra, o del que cree que la tiene o que está. Puede haber más comunión fuera del espacio que llamamos Iglesia que dentro, sobre todo si se está en la línea de Cristo, o se está en la línea de ser hermano de los más necesitados. Por eso la comunión es un trabajo constante, que pide mucha confrontación y diálogo en la Iglesia entre todos los estamentos, grupos e instituciones. Y también es un don que hay que pedir a Dios.

Quim Cervera

 

De la Cope a L'Agulla (artículo original, en catalán)

Traducción al castellano

De la Cope a L'Agulla

Síntesis de la charla que tuvo lugar el pasado 4 de marzo, en la parroquia de San José Oriol de Barcelona, con motivo de los 50 números de L’Agulla.

- La transición económica, política, cultural, religiosa.

La transición económica, política, cultural, religiosa la experimentamos todos y todas, personal y colectivamente. Cada persona y grupo social transita con sus ritmos y posiciones de una situación a otra, de una cultura dominante de cristiandad a una cultura dominante liberal y moderna, de unos valores fuertes en otros, de un monopolio del campo religioso por parte de la Iglesia católica a un pluralismo religioso y cultural.

- Las instituciones eje en las culturas dominantes

¿Cuál es el edificio que llega más arriba, en Barcelona? ¿La basílica del Sagrado Corazón del Tibidabo o la torre de comunicaciones de Collserola? Es la torre de Collserola, y eso es un magnífico signo de la situación actual. La Iglesia como institución ha sido el eje en la cultura dominante de Cristiandad, ha sido la que ha creado, y tutelado las normes, los valores, las creencias, la ética, el pensamiento, las formas de vivir, sentir y actuar.Los medios de comunicación son las instituciones-eje en la cultura dominante liberal-moderna y también crean y tutelan en mucha parte, hoy, las formas de sentir, de pensar y de actuar de la población, y compiten con la familia, la escuela y las iglesias en el suya tarea socializadora y educadora.La Iglesia tenía la función social de medio de comunicación y por lo tanto de empresa de publicidad de productos ideológicos, simbólicos, religiosos, éticos, de comportamientos, de normas, de valores, y de creencias (justificaciones, y legitimaciones) y a veces también de productos políticos y económicos, materiales ...

Los medios de comunicación o empresas de publicidad hoy, sobre todo en las masas, tienen una función cuasi-religiosa, y se comportan como una iglesia (de hecho han sustituido en la iglesia) que justifica y legitima una sociedad global de consumo, una sociedad del tecnoconocimiento y de la información (?), que reproduce la desigualdad y la depredación de la naturaleza; que consuela, ayuda a fantasear, a desear mejores "vidas", y está repleta de credulidades (lo que es "televisible" es más fuerte, seguro, aceptable, verdadero que lo que es "invisible" y que lo que es puramente "visible").

Las dos son instituciones con funciones integradoras como toda religión tiene: "religan" (cohesionen y socializan, según la cultura de la época) y "releen" la realidad (la filtran, seleccionan, dogmatizan, ordenan, simplifiquen, esconden, falsifican, secuestran) y lo hacen al servicio de los intereses de la misma institución y del sistema establecido. Utilizan normalmente la parte irracional, más sentimental y visceral de las personas.

Hay que distinguir entre Iglesia alta (Conferencias Episcopales, Curias, la "COPE" y otros ...) y Iglesia baja (las personas, grupos, comunidades y movimientos que se pueden sentir reflejados en La Aguja y otros ...) como hace falta distinguir los grandes medios de comunicación (potencias económicas, como la COPE y otros...) de los pequeños medios locales, familiares, de barrio, de movimientos, asociaciones, de grupos (como los que se expresan en L’Agulla) ... La Iglesia baja y los medios pequeños, aunque també pueden legitimar, y justificar el sistema, están mejor situados por su relación con las capas sociales bajas, para deslegitimar, y estimular la crítica, el cambio, y las alternativas a favor de ellas.

- Las raíces de los conflictos entre la Iglesia y los medios de comunicación

Los conflictos no vienen tanto de los contenidos diferentes que una y otros manifiesten, sino sobre todo por "la envidia" que la Iglesia tiene, ya que los medios el han substituida, y lo han desplazado a ser una institución no eje, en proceso de marginación social, cultural, y religiosa, y por lo tanto también política y ética.

La Iglesia, una vez la sociedad laica, democrática, pluralista se ha emancipado casi totalmente de su tutela, ya no solo no es la creadora de cultura, sino que ni siquiera puede intervenir e influir en el terreno público. Así la Iglesia es vista y tratada por los medios (aquí se nota perfectamente el conflicto, el desplazamiento y la estrategia de retirarla) de anticuada y que manifiesta posiciones morales y de conocimiento no atractivas. Si además la Iglesia a veces lo pone en bandeja la cosa se hace más fácil.

La Iglesia (la alta Iglesia), arrinconada estratégicamente, busca mil maneras de reencontrar el poder social perdido a través de temáticas en las cuales puede recuperar poblaciones que aunque no sean plenamente católicas, puedan estar de acuerdo con sus planteamientos (aborto, terrorismo, nacionalismo periférico, matrimonios homosexuales, clases de religión, concordatos, presencia pública en manifestaciones conservadoras ...). Normalmente son temáticas de cariz sexual, moralista, y de política pre-democrática.

La Iglesia tiene el dilema de continuar influyendo socialmente, o bien de crear sus propios medios de comunicación (COPE, diarios, radios, televisiones propias), o bien de producir programas para venderlos a las empresas de la comunicación, o influir directamente dentro de los medios, y eso exige mucho dinero y a la vez asumir las "reglas de juego" que sean mayoritariamente poco o nada evangélicas (el afán de lucro capitalista, la potenciación de la irracionalidad).

Los medios de comunicación no dudarán al destacar aquellos hechos de Iglesia de que refuerzan esta imagen retrógrada, o como complemento exótico algunas manifestaciones eclesiales más abiertas, pero sin ir a fondo, convirtiéndolo todo en mercadeo y teatro del malo. El conflicto está cantado (son como dos niños que se pelean).

La baja Iglesia se ha adecuado más a la sociedad moderna aunque en muchos aspectos es crítica y participa en la construcción de la cultura de la solidaridad, de la paz, de la vida y en eso también tiene sus medios de comunicación pequeños (como L’Agulla), con el precio de ser minoritarios, pero con la ventaja que en ellos se llama libremente lo que se piensa, y se es más evangélico y más a favor de las capas más necesitadas de la sociedad (el Iglesia de los pobres pide medios pobres).

Quim Cervera

 

 

CAPELLÀ (O PREVERE) (artículo original, en catalán)

Traducción al castellano

Cura (o presbítero)

Presbítero viene de "presbíterós", que quiere decir anciano en griego. Capellàn viene de capilla, y capilla dice que viene de capa pequeña ("capella"), del trozo de capa que san Martín según la tradición ofreció a un pobre para abrigarlo; allí donde se guardaba como reliquia este trozo de capa se llamaba capilla, y el que cuidaba de aquel pequeño edificio era el capellán. "Se non é vero é ben trovato". En catalán también se lo llama "mossèn", que procede de "monseñor". En castellano hablan de "cura" (de almas, como el médico de almas), y todavía mucha gente lo llama "padre", pero de hecho no es padre (biológico) de nadie. Quizás sí que lo es moral o espiritualmente de muchos, pero también a menudo el vacío de no ser padre con familia "normal", se llena con una paternidad no demasiado sana. Y finalmente está la palabra “sacerdote”, demasiado ligada al culto y a las antiguas religiones que dividían el mundo en sagrado y profano.
Pero, entonces, ¿qué es un cura?. En la primitiva comunidad cristiana, la función del presbítero a veces se distingue con dificultad de la función del obispo. Parece que es como la prolongación de la mano del obispo, que se ocupaba de aquello de lo que él no podía, y así se ha ido entendiendo: un colaborador del obispo. San Pablo iba colocando presbiteros (ancianos, personas juiciosas, con experiencia) al frente de las comunidades que él iba creando. Eran los que presidían de alguna forma la comunidad, la eucaristía, se encargaban de su coordinación y animación, que diríamos hoy. Y al principio se escogían según sus cualidades, y muchos estaban casados, y parece que algunas eran mujeres también.
Ya hace tiempo que hablamos de la desidentificación del cura, en un mundo tan cambiante. ¿Qué le toca hacer? ¿Cómo tiene que ser escogido? ¿Cuáles son las personas idóneas? ¿Qué condiciones deben tener?
Quizás el patrimonio acumulado de siglos lo hace ser un poco de todo (demasiado "predicador", "superior", “maestro"...), y ha acabado realmente siendo un verdadero presbítero -un anciano- (la media de edad de los curas aquí supera los 65 años): hombres juiciosos, compañeros de camino, buenos consejeros, muchos de ellos a menudo agobiados, algunos decepcionados, otros con muchas fortalezas y resistencias ...
Quizás nos hace falta un nuevo modelo, que rompa los esquemas de sexo, de edad, de estado civil ... y que irrumpa (sic) siendo servidores escogidos por la comunidad, para estar para la comunidad, junto con muchos otros servicios tanto o más necesarios que históricamente, a menudo el presbítero ha acaparado. Trabajemos, y esperémoslo.
Joaquim M. Cervera

 

BISBE (artículo original, en catalán)

Traducción al castellano

Obispo

Encontramos escrito en el Evangelio de Mateo que Jesús dijo: “Quien quiera ser importante entre vosotros, hágase vuestro servidor y quien quiera ser el primero, hágase vuestro esclavo”. Magnífica definición del servicio del Obispo a la comunidad cristiana.
No pretendo insinuar que los obispos quieran ser importantes, los primeros (hay de todo en la historia antigua y actual de la Iglesia). Sino porque de hecho, la función, el ministerio, la labor que al obispo de cada diócesis la tradición cristiana le encarga es la de presidir y ser guía de la comunión de los discípulos de Jesús en una determinada porción de la Iglesia (en cada Iglesia local). Y esta presidencia y guía debe de ser un servicio.
Si no lo es, no cumple el mandato de Jesús. Un servicio entre hermanos, entre amigos (leed Jn. 15,15). Si los obispos son los “sucesores” –quizás sería mejor decir continuadores– de los apóstoles, de aquellos hombres sencillos y creyentes que Jesús escogió, su servicio debería ser el mismo que a ellos se les encargó: anunciar la Buena Noticia, la enseñanza de Jesús, formar comunidades de discípulos entre todos los pueblos, sin exclusiones ni privilegios, celebrar en estas comunidades cristianas los signos –eucaristía, sacramentos– que expresan y comunican la fe, el amor, la esperanza que Jesús nos dejó.
Todo esto se ha vivido y realizado –o no– de maneras muy diversas a lo largo de la historia. Ha habido un buen puñado de obispos santos, y un buen puñado de obispos indignos. La manera de ejercer su ministerio, o de cómo han sido elegidos, ha cambiado mucho según las épocas. Y puede continuar cambiando. Por ejemplo, no es ninguna norma inmutable que los nombren desde Roma y que no puedan ser elegidos mas democráticamente ( así se hacía siglos atrás). Qué bueno sería que todos –ellos y nosotros- hiciésemos mas caso, aunque fuese sin exagerar, de lo que dejó dicho y consta en el Evangelio de Mateo 23, 8-10.
Joaquim Gomis