LIBELLUS ADVERSUS EOS QUI CONTRA RECTAM ECCLESIOLOGIAM CATHOLICAM SCRIBERE
ET ACTUARE PRAESUMPSERUNT
(Breve informe sobre los Agentes de Pastoral de Barcelona)


por Fray Silvano de Gracia

 

¡No estamos de acuerdo con el CEP, señores arzobispos de Tarragona y Barcelona!

Comprendo perfectamente, señores arzobispos, que Vds. no puedan responder a anónimos ni concordar su actuación con ellos. Me hago perfectamente cargo. De todas maneras el anonimato no tiene por qué significar desprecio por parte de quien lo lee, siempre y cuando exprese una opinión bien argumentada.

Sólo les pido, monseñor Jaume Pujol y monseñor Martínez Sistach, que miren lo que expone el reverendo Joaquin Cervera en la lección inaugural del curso pasado en el Centro de Pastoral de las diócesis catalanas, así como lo que dicen algunos de los escritos de los alumnos que han participado en el curso de formación de “agentes de pastoral” organizado por esta institución. De estos escritos me he permitido hacer tres largos comentarios en esta página web.

Este nuevo escrito está motivado por la aparición recientemente de las “Propostes de formació, curs 2007-2008” del CEP. El calendario empieza con una salutación brevísima del señor arzobispo de Barcelona. Es corta, en realidad podríamos decir que no dice nada. Monseñor Martínez Siastach se cuida sólo de dejar bien claro que este programa para el próximo curso del CEP no lo ofrece sólo él, “sino el Consejo Directivo del centro, que está integrado fundamentalmente por un delegado de cada uno de los Obispos diocesanos” de la Tarraconense.

Debe ser por este motivo – por la intervención de los delegados diocesanos, los cuales hablan naturalmente en nombre de sus obispos - que los cursos del CEP se darán en algunos Obispados sí y en otros no.

Veamos en qué arciprestazgos se va a impartir el Curso Base para los “agentes de pastoral”: en los de Figueras (Obispado de Gerona), de la Verneda (Barcelona), Sant Feliu (Sant Feliu de Llobregat), Horta-Guinardó (Barcelona). Los cursos de Profundización en cambio se daran todos ellos en el Arzobispado de Barcelona; a saber, en los arciprestazgos de Mataró, Santa Coloma  y Ramblas-Pueblo seco.

Observo con curiosidad, que la mustia palma de los cursos del CEP se la lleva el Arzobispado de Barcelona. Me doy cuenta también de que no se impartirá ningun curso en el Obispado de Terrasa y que se dará un solo cursillo en San Feliu. El año pasado sí que se organizaron cursos de “agentes de pastoral” en Terrasa, pero no será así durante el curso escolar 2007-2008. Tampoco los habrá en el Arzobispado de Tarragona.

Estas constataciones me animan a preguntarme: ¿Es que, finalmente, se habrán dado cuenta los señores prelados de Tarragona, monseñor Jaume Pujol, y Terrasa, monseñor Josep Angel Saiz-Meneses, de lo que se enseña en el CEP? ¡Ojalá sea así! Y es natural que lo sea, pues ¿cómo vamos a tener comunión en el futuro en las Iglesias diocesanas y paz en el ámbito de sus parroquias con las doctrinas de Cervera y otros profesores del CEP? ¿De verdad sus profesores distinguen y enseñan a distinguir correctamente qué son ministerios propiamente ordenados y ministerios encomendados a los laicos? Si se ofrece una buena eclesiología en el Facultad de Teología de Cataluña o se divulga esta misma sana doctrina en los seminarios de la Tarraconense, al encontrarse sacerdotes y seglares con las doctrinas del CEP en las parroquias ¿cómo van a entender los presbíteros la propia esencia y misión de su ministerio, y los laicos su papel dentro de la Iglesia, en concreto en sus comunidades parroquiales?

He mencionado la palabra “comunión”. No me resisto a constatar que en el programa de los mencionados cursos del CEP, en el capítulo donde se anuncia la materia “Iglesia”, sus organizadores, como en otras ocasiones, vuelven a referirse a lo que sería la asignatura de eclesiología utilizando los términos de “la Comunió a l’Església”. Y es que aquí es donde está todo; es decir, la línea según la cual se forman a los futuros “agentes de pastoral”.

Lo de “Comunió a l’Església” responde en realidad a la eclesiología enseñada en la Facultad de Teología de Cataluña y en los escritos del reverendo Jaime Fontbona: Ministerio de comunión, Fent camí junts, La comunió dels sants – con este último no deja tranquilos ni a los santos en la gloria de los cielos queriendo hacerles comulgar también a ellos con su eclesiología ¡Ay si leen aquellos libritos de Fontbona san Antonino de Florencia o san Roberto Belarmino, doctores eximios sobre la verdad de la Iglesia!

El padre Fontbona, trate de lo que trate, sólo sabe hablar de la “eclesiología de comunión”. Llega a la ridiculez. Las fuentes de su teología las bebe de dos teólogos, de Zizioulas (ortodoxo) y de Tillard (católico). Y no hay más.

La teología del sacerdocio – que el mismo Fontbona profesa en la Facultad de Teología de Cataluña – parte igualmente de esta más que ambigua “eclesiología de comunión”. ¡Hombre, Fontbona, no se puede hacer pasar todo por el estrecho aro de una teoría eclesiológica, es decir la tuya! Primero por ser eso poco científico y honesto, y en segundo lugar porque no se debe formar a los futuros sacerdotes y a los laicos que estudian Teología en una sola opinión particular, sino que tienen derecho a una visión general de lo que es la Eclesiologia de la Iglesia Católica.

Insistiendo aún en la teología del sacerdocio que expone Fontbona afirma este profesor que el ministerio sacerdotal en la Iglesia católica ha llegado a “una crisis de identidad”. Esta brillante constación le da pie a vaciar el sacerdocio de su carácter ontológico o de su entronque con lo sacramental-teológico. El mismo monseñor Pedro Tena, que es quien hace la presentación del libro del reverendo Fontbona, El Ministerio de comunión, no ahorra esfuerzos para salvar a su autor y para exponer la doctrina católica sobre el sacerdocio. Monseñor Tena se ve precisado a echar una mano a Fontbona, porque fue él quien le apadrinó cuando aquel era estudiante de la Facultad de Teología para enviarle a Roma a estudiar.

¡Cuantos favoritismos no practicó Tena en su período de decano de aquella Facultad! Protegió a unos y despreció a otros de mejores. Y es que no sirve de nada enviar a Roma a aquellos jóvenes clérigos zalameros y ambiciosos que nunca comulgaron del todo con la Santa Sede ni con la doctrina católica. Además de no servir para nada en orden a pasar por un “baño de romanidad”, regresan de la Ciudad Eterna sin ningún título bajo el brazo después de haberse pasado allí cinco o más años haciendo de cicerones y “tastant olletes” de toda especie en cualquier centro de estudios romano. Los gastos, a cargo de la diócesis o de los colegios romanos. Su “romanidad” es sólo folklórica, de trattorías, pizzas, peperoncini y gnochi de patata pura y dura, y rematada esta pretendida “romanidad” con chafarderías propias de los que no saben nada y de quienes quieren hacer ver que saben mucho. Y mientras ellos se conocen todos los rincones del Trastevere, sus compañeros, los mismos que tontamente – mejor sería decir de manera acrítica - les apoyan, se hartan en sus parroquias de celebrar Misas, de enterrar a los mueros y de bautizar a los niños para que cuando lleguen sus ídolos señoreen sobre ellos. Es el complejo de la esclava Isaura (era una serie estupenda de la televisión brasileña). No vienen con títulos, pero en seguida los hacen vicarios episcopales y rectores de centros como el seminario y el mismo CEP.

Sobre los que regresan de las facultades romanas sin obtener los grados académicos a por los cuales fueron mandados, entre los casos recientes están los de José M. Turull  y de José M. Domingo, por poner sólo dos ejemplos, los más escandalosos por cierto, y entre los más antiguos Juan Galtés.

Señores arzobispos de Tarragona y de Barcelona: Me he entretenido al final de este escrito en descripciones que quizás no venían al caso y que quizás pueden rozar la falta de caridad. Les ruego que me perdonen y no lo tomen como una muestra de poco respeto hacia Vdes. En mi defensa, digo que no siempre estoy seguro de que Vdes. conozcan, como es natural, todo lo que pasa entre su clero referido a la historia personal de sus componentes.

El objeto de estas reflexiones sobre el CEP es en definitiva, señores arzobispos, pedirles: 1) su intervención en el contenido de los programas y la selección de profesores de los cursos de formación del los llamados “agentes de pastoral”; 2) y que ofrezcan al director del CEP, el reverendo José Maria Domingo, y al profesor Joaquin Cervera, presentar su dimisión.

 

 

Bases en que se sustenta el Reverendo Joaquín Cervera en la formación de "agentes de pastoral" en cataluña

I.-ARGUMENTOS “DE AUTORIDAD” UTILIZADOS POR EL REVERENDO JOAQUIN CERVERA PARA LOS CURSOS DE FORMACIÓN DE AGENTES DE PASTORAL ORGANIZADOS POR EL CENTRO DE ESTUDIOS PASTORALES DE LAS DIÓCESIS CATALANAS Y OTRAS REFLEXIONES.

En Germinans germinabit ya he tratado en dos ocasiones sobre los cursos de “agentes de pastoral” organizados por el Centro de Estudios Pastorales de las diócesis catalanas. Con este comentario acaban los míos en esta página web, los responsables de la cual han tenido la amabilidad de darlos a conocer, a pesar de su extensión.
En este primer apartado de nuestro comentario vamos a detenernos en los tres anexos que el profesor Joaquin Cervera añade a su lección inaugural del CEP, del curso 2006-2007, que ya reseñé en mi anterior entrega a este blog y que aún encontréis colgado en la web.

1.- “La parroquia hoy”. Es el primer anexo. Se trata de unos apuntes del propio profesor J. Cervera, elaborados “a partir de la experiencia de los Cursos de Pastoral del CEP y de la últimas lecturas hechas sobre la pastoral parroquial”.
Hay en estos apuntes cosas buenas e interesantes, como las que se deducen del Coloquio Europeo de Parroquias, celebrado en Friburgo (no se sabe en cuál de ellos) en julio de 2003, y del artículo de Alphons Borras, “Mutaciones pastorales y remodelación parroquial”, de 2002; aunque creo sinceramente que el escrito de Cervera – síntesis interesada de las fuentes acabadas de citar - no aporta mucho de nuevo, por no decir nada, sobre lo que es y lo que debería ser la parroquia hoy.
Parece que el reverendo Cervera sigue en sus apuntes a A. Borras, cuando sentencia que toda parroquia tiene dos vertientes: la de la “misión proyección de servicio a la humanidad” (no sabemos si se refiere a la totalidad del género humano o a la de las personas concretas que pasan por una parroquia) y la vertiente (esta vez más modesta) de la “comunión”, de la unidad fraternal. Eso de la “comunión” no podemos deducir si es de Borras o del profesor Cervera, en todo caso a este concepto se le añade la siguiente reflexión: “Sobre todo hoy día hay que plantear la corresponsabilidad [en las parroquias], y el encontrar fórmulas organizativas, formativas y económicas a fin de que otras personas no curas accedan a diferentes ministerios, o misiones pastorales.”
Don Joaquin Cervera ya nos tiene acostumbrados a su lenguaje ambiguo para poder llevar el agua a su molino. Pero, vamos a ver, ¿qué quiere decir (él o Borras) con lo de que los seglares lleguen a ejercitar “ministerios” y “misiones pastorales”? Que los laicos puedan acceder a prestar más servicios en nuestras comunidades parroquiales, me parece muy bien, siempre que esto no signifique alterar unilateralmente la comprensión que tiene la misma Iglesia sobre el ministerio sacerdotal y la condición de los laicos en la Iglesia.
¿Por qué Cervera puede manipular o incluso saltarse la doctrina de la Iglesia sobre el sacerdocio y la misión de los laicos dentro de ella, y nosotros tenemos que callar? Y además Cervera puede hacer y decir lo que le da la gana desde nuestras instituciones, como el CEP, que las mantenemos los fieles pensando que, obrando así, servimos mejor a la Iglesia.
Volvamos sobre las Notas escritas por Cervera para observar como concluye conjurando a sus lectores a seguir con las ideas en ellas expuestas, porque es así, dice, como iremos construyendo, “daremos luz” con dolor, especifica Cervera, a una “Iglesia nueva”. El “dolor”, el “mal de ventre” les habrá cogido a los del CEP, con lo que ha hecho Benedicto XVI con el misal del beato Juan XXIII. Sus otros colegas del Centro de Pastoral Litúrgica, como Gomis, ¿no decían que este Papa “nos dará sorpresas”?, pues ¡toma sorpresa! Ya se ve además que la eclesiología de “comunión” de Benedicto XVI no coincide con la de Cervera, Fontbona, Pié, y creo que, tampoco, con la de Tena.

2.- Segundo anexo de la lección inaugural del CEP pronunciada por don J. Cervera. Su título es “Los equipos responsables parroquiales” y está escrito de la mano del autor acabado de citar. Refiriéndose a este encabezamiento, Cervera dice que la aparición de estos «equipos de responsables parroquiales», “parece ser que es un nuevo paso en el ejercicio práctico de la corresponsabilidad, en fidelidad al camino abierto por el Concilio Vaticano II”. Esta afirmación se me antoja por lo menos grandilocuente,  además de incorrecta.
Prosigamos. El segundo anexo de Cervera contiene tres escritos que él mismo califica como tres “documentos de Iglesia” recientes, los cuales “pueden iluminar en la creación de los equipos pastorales parroquiales”. Vamos pues a analizar estos “documentos de Iglesia”:

a) El primero lleva por título, “Cambios Pastorales y reestructuración parroquial. Criterios para la realización del mapa pastoral de Arzobispado de Barcelona. Diciembre de 2002”. En realidad lo que recoge Cervera es sólo el apartado del Mapa Pastoral dedicado a la “Formación de equipos de responsables o de colaboradores pastorales parroquiales”. La matización de este enunciado es ya muy significativo, una especificación que Cervera no hace suya jamás: me refiero a la de llamar indistintamente a los componentes de estos equipos como “responsables” o “colaboradores” parroquiales.

El Mapa Pastoral de Barcelona precisa luego que, a este “equipo de colaboradores pastorales parroquiales, se le encomienda colaborar con el párroco y, concretamente, asegurar que las tareas que tiene que hacer la parroquia se realicen. Para esto tendrá que coordinar y animar a los colaboradores de las actividades pastorales”. Se especifica además que su misión es que, «junto con el párroco, se preocupe de ejecutar las decisiones de Consejo de Pastoral de la parroquia y de concretar los objetivos pastorales parroquiales».
No iría mal que a este documento del Mapa Pastoral de Barcelona le diese una ojeada monseñor Martínez Sistach, a ver si le parece bien esto de “ejecutar las decisiones del Consejo de Pastoral”, aunque ya sabemos que lo del Mapa Pastoral se promovió bajo el pontificado del cardenal Carles.
De todas maneras no cabe esperar mucha precisión jurídica por parte de los que elaboraron el Mapa Pastoral; verbigracia, Juan Galtés, Francesc Pardo, José María Jubany. Si me olvido alguno de sus redactores, mejor para él.
Imprecisiones sí, pero a pesar de todo, en este documento no se contiene nada sobre “Iglesia nueva”, ni de la potestad de los laicos para determinadas funciones de gobierno parroquial, ni sobre las nuevas maneras de ejercer el sacerdocio, tal como sería, esto último, del gusto de Cervera; pues, para eso precisamente pone este fragmento del Mapa Pastoral como anexo de sus Notas sobre “La Parroquia hoy”: para que sea interpretado como un “documento de Iglesia” a favor de su manera de pensar, que ya conocemos . 
Las ideas y el lenguaje del Mapa Pastoral son además del mismo tenor que las expuestas en el escrito de nombramiento de tres “colaboradores pastorales” para la Parroquia de San José Oriol, de Barcelona, que emitió el arzobispo Martínez: Nada de “Iglesia nueva” ni de misiones y jurisdicciones que por, derecho propio, tienen los laicos. En el nombramiento al cual me estoy refiriendo los “agentes pastorales”, o lo que sea, de la desierta y desvencijada basílica de San José Oriol son presentados escuetamente como “colaboradores del párroco”.
A la vista de como especifica monseñor Martínez la función de los agentes de pastoral de San José Oriol, ya se ve pues que no es lo mismo lo que piensan – y astutamente ponen por escrito - en el Obispado que lo que enseña Cervera en el CEP sobre todo eso de los “agentes de pastoral”. Pero ahí está la contradicción: el Obispado emite documentos sobre “colaboradores de pastoral” que no están en consonancia con lo que enseña Cervera y los otros “profesores” del CEP.

b) El segundo “documento de Iglesia” que presenta don Cervera lo constituyen unos fragmentos del Coloquio europeo de Parroquias de Friburgo, de 2003, que parecen extraídos de una comunicación o conclusiones de las que allí tuvieron lugar, “Tendencias prácticas para el futuro próximo”, presentadas, probablemente en Friburgo, por Marc Donzé. Ya saben los que conocen a Cervera que la claridad y el rigor de estilo y de citación científica no son su fuerte.

Nosotros nos apresuramos a decir que las notas de M. Donzé no pueden ser tomadas como un “documento de Iglesia”, tal como nos quiere hacer creer don J. Cervera.
M. Donzé afirma que los equipos pastorales, formados por sacerdotes y laicos (“la mayoría de las veces”, dice), son “un ejercicio significativo de la corresponsabilidad”. Donzé remitiéndose luego al CIC 517/2 concluye: que los “equipos pastorales llevan conjuntamente la tarea pastoral de una parroquia... Gran novedad: antes sólo el presbítero tenía a su cargo la cura pastoral... Los laicos hoy pueden tener parte en la tarea pastoral en nombre de Jesucristo".
El tono que utiliza Donzé es teatral. Además el cánon al cual alude este autor especifica que el obispopuede confiar” a los laicos una participación en el ejercicio de la cura pastoral (creo que podría ser calificada como una participación “extraordinaria”), “por penuria de sacerdotes” – se trata, según el Código, de una coyuntura lamentable y como una verdadera anomalía que deberá ser remediada en la medida de lo posible (c. 526) - y aún se dice que el obispo “designará a un sacerdote que, dadas las potestades y las facultades de párroco, dirija la actividad pastoral”.
Cuidado pues, mosén Cervera, que el anexo que Vd. incluye para formación de sus alumnos no se trata de un “documento de Iglesia”, ni recoge de manera correcta lo que sí que es oficial de la Iglesia, ni es honesto por parte suya esgrimirlo, y encima mal, como argumento de autoridad delante de sus alumnos u oyente.

c) Unos pocos párrafos de “Renovar nuestras comunidades cristianas. Pastoral de los obispos vascos, Pascua 2005” constituyen el tercer “documento de Iglesia” que agita don Cervera.

Aquí los obispos del País Vasco tratan también del “equipo de pastoral o ministerial” y dicen: “El equipo se compone de presbíteros, laicos y religiosos que asumen, según su condición y sus carismas, diversos ministerios para construir la comunidad e impulsar la misión...”. Añaden luego  un consejo dirigido a los sacerdotes en relación a los equipos de pastoral: “El presbítero ha de saber confiar en ellos”, sin un sentido de “responsabilidad desmedida”. No me parece muy claro lo que aquí se dice, pero es muy de suponer que los señores obispos entenderán, según las enseñanzas de la Iglesia, lo que pueden ser y no ser, y dar de si los “equipos de pastoral”.
Sólo se me ocurre decir ahora respecto al profesor Cervera, “Qui nimis probat, nihil probat”, y repetirle lo de siempre - esto ya sí en román paladino -, que “tota herba fa feix” para los intereses de Cervera, aunque la hierba sea borde. ¡Padre Cervera, que no nos lo tragamos todo! Mire, padre, un “documento de Iglesia” es el Concilio Vaticano II – leído en clave de continuidad y no de ruptura - o el motu proprio Summarum Pontificum, pero los emanados de la reunión de párrocos en Friburgo o el Mapa Pastoral de Barcelona… ¡Hombre, que no son “documents d’Església”! Y es que, Padre Cervera, Vd. confunde siempre cualquier grupo o “colla” (pandilla) de “cristianos” – como ya nos lo dijo – como si fuera una parte de la Iglesia, y la suma de “colles” en comunión –la “comunión” de ellas, claro, porque al tradicional mosén Mariné, por ejemplo, no lo admitirían en su comunión- constituye para Vd. la Iglesia en su totalidad...

 

II.  ANÁLISIS DEL TEXTO DEL NOMBRAMIENTO DE TRES MIEMBROS DE LA PARROQUIA DE SAN JOSÉ ORIOL DE BARCELONA PARA FORMAR PARTE DEL EQUIPO PASTORAL.

En la hoja parroquial de la Basílica de San José Oriol de Barcelona, L’Oriol, en la sección “Vida de la comunitat”, aparece el título: “Notícia molt important”. Se refiere al nombramiento hecho por monseñor Luis Martínez, a inicios de abril de 2006, y a instancias del provecto párroco de aquella parroquia, don José Boix Puig, de tres de sus feligreses para que le ayuden “más directamente en su cura pastoral”. ¡Qué lenguaje tan poco canónico el de esta última expresión! Aunque puede interpretarse también como un buen lenguaje curial, puesto que, en realidad, no se sabe qué quiere decir.

1.- Pero en la nota “Notícia molt important”, de L’Oriol, – título que más parece adecuado para una revista de zoología que para una publicación parroquial, pues conviene saber que “oriol” en catalán corresponde también al nombre de una especie de cabra saltarina – la petición del nombramiento al cual nos estamos refiriendo es presentado de esta guisa:


a) que el reverendo Boix pidió al señor arzobispo que fueran nombrados algunos laicospara potenciar la responsabilidad de los seglares en la animación de nuestra comunidad”;
b) Vista esta gran urgencia, digo yo, porque la parroquia se está hundiendo por falta de fieles, “el Consejo Pastoral consideró muy positiva esta iniciativa” y
 c) propuso a tres personas para constituir un “equipo de pastoral”. Utilizan, los de San José Oriol, un lenguaje aúlico para referirse a su Consejo de Pastoral...


No puedo dejar de hacerme dos reflexiones sobre lo de este Consejo de Pastoral y su señor párroco:


a) Si algún día el Consejo de San José Oriol le propusiese la celebración de la Misa en rito de Juan XXIII ¿lo permitiría mosén Boix?;
b) no puedo creer que ni él ni todos los de su cuerda den autonomía a sus “equipos de pastoral” si éstos no se ajustan a sus propias ideas. No olvidemos que esta “izquierda” clerical y eclesial siempre tiene, al menos en Cataluña, muchos tics autoritarios.

2.- Veamos ahora en qué términos está redactado el documento del nombramiento firmado por don Luis Martínez Sistach:


a) atendida la petición de Boix de solicitar que “tres miembros de la parroquia, teniendo en cuenta su preparación pastoral y su dedicación al trabajo parroquial, sean nombrados como colaboradores del párroco para que le ayuden más directamente en su cura pastoral”;
b) y de acuerdo con el Directorio de la Parroquia, promulgado por los obispos de Cataluña;
c) procede al nombramiento de tres personas como “miembros del Equipo Pastoral” de la parroquia;
d) “para que colaboren estrechamente con el señor párroco y con el Consejo pastoral parroquial, en bien de la parroquia.”

3.- Comentemos el documento de monseñor Martínez:

a) El Directorio de la Parroquia, se limita a decir, citando el c. 529/2, que: ”El párroco tiene que reconocer y promover la función propia que los fieles tienen en la misión de la Iglesia” y exhorta además a que el párroco dé responsabilidades a los laicos y  les tenga confianza;
b) El documento a que nos referimos puede estar inspirado en el cánon 517/2, del cual ya hemos hablado más arriba.

4.- Conclusiones sobre los términos de redacción del nombramiento de los tres miembros del “Equipo de Pastoral de San José Oriol:


a) está redactado expresamente desde la ambigüedad;
b) no sirve como base para justificar un nuevo orden en la manera de regirse las parroquias, ni mucho menos para reconsiderar el oficio sacerdotal, ni reconoce un nuevo papel o profundización del laico en la Iglesia, ni la existencia de una “Nueva Iglesia que está naciendo”;
c) la doctrina canónica, poca y ambigua, del nombramiento de los tres seglares de San José Oriol no puede pues servir de base doctrinal, ni práctica, para las enseñanzas de Cervera y del CEP a la hora de formar “agentes de pastoral”. Y tampoco es un “document d’Església”.

 

III. ¿QUÉ ES LA “ECLESIOLOGÍA DE COMUNIÓN” DE LA QUE HABLA J. CERVERA EN SUS ESCRITOS Y SE ENSEÑA EN LOS CURSOS DEL CEP?

1.-. Quien lo quiera saber basta que lean el reciente libro de Salvador Pié, Iglesia como sacramento y comunión, en concreto la tercera parte, donde trata de la “La sinodalidad, expresión comunitaria y social de la Iglesia de comunión", páginas 565-575. Aquí el lector verá:


a) cómo, partiendo su autor, de algunas citas del concilio Vaticano II, llega a unas conclusiones extraídas de una balumba de autores;
b) los cuales, con su concepto de “Iglesia de comunión” no pueden ser presentados como si ésta fuera la doctrina de la Iglesia sobre la misma Iglesia.,
c) y por tanto esta “eclesiología de comunión”, que es una versión de escuela, no debería ser enseñada como oficial ni en la Facultad de Teología de Cataluña (como lo viene haciendo desde hace muchos años J. Fontbona), ni a los asistentes a los cursos del CEP y mucho menos según la particular interpretación de Cervera. Tampoco no debería ser divulgada en pequeños y taimados comentarios en las páginas de la Hoja Dominical de las diócesis de la Tarraconense. Las noticias sobre estos temas que allí ofrece Pié tienen mucha miga. Por fortuna casi nadie entiende sus distinguos que es dónde se oculta su doctrina, la que hace las delicias de monseñor Tena y de Rovira Belloso.

2.- Algunas reflexiones sobre la eclesiología de Pié:


a) La primera es que en el tratado de Pié, la Iglesia aparece más bien como una    “comunión de comuniones”. Esto tiene muchas consecuencias, señalo sólo tres:


1) una se refiere al impacto que la eclesiología de comunión tiene sobre el concepto del primado de jurisdicción del Romano Pontífice – y por extensión podríamos hablar también de la noción de jurisdicción sacerdotal;
2) otra, afecta a la pertenencia de los fieles a la Iglesia, pues conviene saber que Pié habla de gradualidades en la pertenencia a la Iglesia pudiendo cada uno asumir para si mismo las verdades de la Iglesia. Esto que digo casa muy bien con lo que ya apuntaba Cervera en la mencionada lección del CEP, donde exponía que, entre los alumnos de los cursos de formación para agentes de pastoral en Cataluña, hay algunos de ellos que “sólo mantienen alguna relación de referencia con algún grupo o persona más vinculada explícitamente a la Iglesia”;
3) y una tercera consecuencia de la eclesiología de Pié es que, aplicada a estos dos conceptos acabados de señalar - el de la potestad de jurisdicción y el grado de pertenencia en particular -, puede concretarse en la manera de estructurarse las parroquias, tal como de hecho se enseña en los cursos del CEP.

b) La segunda reflexión sobre la eclesiología de comunión del doctor Pié es como una especie de presentación de las conclusiones a las que llego:


1) que los lectores de este blog lean el documento de la Congregación de la Doctrina de la Fe, del año 1992 – la cosa viene ya de lejos – “Sobre algunos aspectos de la Iglesia considerada como comunión” – firmado por el cardenal Ratzinger.
2) Que lo lean el doctor Cervera y demás profesores y profesoras del CEP. Quizás les convendría hacerlo también a los prelados que tienen más responsabilidad sobre esta institución de la Tarraconense y aquellos otros en cuyas diócesis se imparten los cursos de pastoral del CEP.
3) De paso les digo con todo respeto a nuestros prelados que comprueben si lo que profesa el reverendo Jaime Fontbona en la Facultad de Teología de Cataluña se ajusta más a las interpretaciones de Cervera que a las enseñanzas de la Congregación romana y de la sana Teología – que es la que se da por sólida, y no la que se basa en puras hipótesis de corrientes teológicas no reconocidas.

Sólo le faltaba al doctor Pié, después de haber escrito su libro, en el cual tanto piensa sobre la autoridad del Papa para limitarla en su ejercicio, la aparición del motu proprio sobre la Misa de Juan XXIII, sino además la del documento “Respuestas a algunas preguntas acerca de ciertos aspectos de la doctrina sobre la Iglesia”, de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en el cual se explica el sentido de la palabras “la Iglesia fundada por Jesucristo subsiste en la Iglesia católica”. Aquí se habla de la Iglesia como “sociedad”, y de la “comunión” como referida a la que deben tener los obispos respecto del Papa. Pobre Pié, a él que se pasa la mitad de su libro intentando quitar hierro a lo de la Iglesia como “sociedad” para sacar más provecho al concepto de “comunión” por él y por otros interpretado a su manera. ¡Qué dos palos en su cabeza, que no es ya la de un muchachito!

 

IV. CONCLUSIONES GENERALES

 

1.- Con estos comentarios a la obra de don J. Cervera y el responsable y “profesores” del CEP sólo pretendo con filial reverencia que los obispos de Cataluña nos quieran aclarar si aquellos actúan correctamente. Si nosotros no llevamos razón, corregiremos lo que indiquen. Comprendo que nuestros prelados no puedan responder a documentos anónimos; pero ya saben que, por ahora, es la única manera de manifestar lo que pensamos sin miedo a represalias. Sólo esperamos que el señor arzobispo de Tarragona, y también el de Barcelona, tengan alguna iniciativa respecto a lo que en el CEP se enseña..


2.- Me vienen ganas de indicar a los señores párrocos algunas propuestas de actuación ante los “cursos de formación de agentes de pastoral” y del CEP. No lo haré, pero había pensado en:


a) sugerir a los sacerdotes, que este año dejasen de entregar 200 € (alguna parroquia más rica de las que tenemos como amigos odrían llegar a 300 €) al Fondo Común Diocesano, como muestra de desacuerdo con la línea del CEP y de mosén Cervera. Me dicen los curas jóvenes que este método ya lo ha propuesto y utilizado este reverendo en otras ocasiones, cuando él no estaba de acuerdo con las decisiones del cardenal Carles. Pues mira por donde, nosotros también aprendemos de los métodos “pastorales” de Cervera;
b) podría también sugerir a algunos los párrocos que pidiesen a sus obispos la constitución de  Equipos de Pastoral en su sus parroquias, así ellos podrían proponer a los seglares de su confianza para que formasen parte de ellos, y, naturalmente, sin enviar estos candidatos a los cursos de formación del CEP ¿o es que estos cursillos serán obligatorios para poder ser nombrados “agentes de pastoral”?

 

La formación de los agentes de pastoral en cataluña según uno de sus ideólogos, el reverendo Joaquín Cervera

 

A. LO QUE YA HAY.

Respecto a los cursos de agentes de pastoral del Centro de Estudios Pastorales de las diócesis catalanas, como ya dije en mi anterior comentario a Prudentius de Bárcino, podría estar de acuerdo en el qué pero no en el cómo. Pues bien, después de la lectura de la lección inaugural del CEP, pronunciada por mosén Joaquim Cervera, sociólogo, y publicada en la revista Quaderns de Pastoral, n. 203 (2006) 109-128, me reafirmo aún más en lo dicho.

Confieso que he debido releer varias veces la prolusión del padre Cervera no sólo por el tono ambiguo de los conceptos que en ella vierte, sino también por su estilo confuso, a pesar de haber contado con la ayuda de un equipo de «expertos», entre ellos el reverendo José M. Jubany.

La lección consta de una Introducción y cinco apartados. Esta Introducción, aunque más bien parece un epílogo, dice en sustancia que hay en Cataluña un laicado con “experiencia pastoral” y “con capacidad para tirar adelante las comunidades parroquiales, etc.”. No obstante su autor remarca con pena que los alumnos de los cursos de “formación pastoral” tienen dificultades para ejercer como cristianos adultos en las parroquias y arciprestazgos, y que algunos de ellos “sólo mantienen su plegaria personal y alguna relación de referencia con algún grupo o persona más vinculada explícitamente a la Iglesia”. Sospecho, si he entendido bien la idea, que de esta última categoría de alumnos no van a salir muy buenos agentes de pastoral. La Introducción acaba con este ruego a oyentes y lectores:  “No hablemos de laicado sino de cristianos que ejercen diferentes servicios en la comunidad con plena responsabilidad, madurez y decisión”. Tendré en cuenta el ruego del orador, pero no puedo dejar de advertir que en esta petición hay más teología “parda” de lo que parece.

I) A la Introducción le sigue un Análisis sociológico de la realidad actual que, dicho sea de paso, para ser el de un sociólogo se me antoja un resumen de conceptos harto conocidos. Sólo hay un avance de lo que, siguiendo un discurso lógico, parecería corresponder al apartado siguiente. Se trata de esta constatación: “Tanto en la sociedad como en la Iglesia pasamos de una identidad depresiva («no se puede hacer nada») a una identidad prospectiva («esto tiene que cambiar»)”.

II) Segundo apartado, “Nos situamos en una Iglesia”. Aquí todo son dificultades. Curiosamente en esta parte de su lección, el orador abandona el concepto eclesiológico de la Iglesia como Pueblo de Dios (pastores y fieles) para identificarlo exclusivamente con el de jerarquía. Ya se ve cuál va a ser el objeto de este cambio. Al final de su análisis, el padre Cervera vuelve otra vez sobre el concepto más confortable de Iglesia formada también por los laicos y laicas para exigir, debe ser a la jerarquía, la urgencia de: “Avanzar hacia un nuevo modelo más de equipo, más democrático y más racional de organización, en vistas a construir comunidades cristianas vivas y autogobernadas”.

III) “De qué tradición venimos” es el tercer apartado. Ellos, los participantes en los cursos de formación de agentes de pastoral, parece que vienen de una tradición en que todo son “luces”, de una pastoral «encarnada», de una vida de espiritualidad y plegaria, de un modelo fraternal de vivir en comunidad. En frente suyo sólo está, como dice Cervera, el “peso del modelo demasiado clerical, de categorías de superioridad e inferioridad en la Iglesia”. Un modelo, confiesa el sacerdote, que “no sólo nos hace daño, no sólo estamos en desacuerdo con él, sino que dificulta, limita nuestra acción pastoral (la de los “cristianos”, entiéndase de los laicos) y más aún no permite que las comunidades cristianas se puedan autorregir, aumenten su grado de autonomía, de iniciativa y corresponsabilidad propias, y por tanto que puedan estar (estén) en riesgo de desaparición”.

No se acaba aún la descripción del “de dónde venimos”. Queda por ver la otra cara de la Iglesia, aquella que aparece envuelta en las “tinieblas”. El reverendo Cervera ya advierte que: “Los presbíteros actualmente también tendrán que reencontrar su rol, para evitar de ejercer su ministerio reforzando las categorías de inferioridad y superioridad, sino que será necesario ir avanzando, sobre todo, desde el Vaticano II, en un ejercicio que fije más el servicio a la comunidad”. Hombre, no es un estilo cervantino ni el de Bernat Desclot, pero, a fuerza de sopetones, se ve lo que quiere decir la mano de quien lo ha escrito.

IV) El cuarto apartado, “La experiencia de los Cursos de Pastoral del CEP”, resulta  más interesante que otros no por la brillantez de sus ideas, que dicho de paso siempre son las mismas, sino porque refleja lo que aprenden los participantes en estos cursos. Me fijaré sólo en un contenido, lo he podido constatar, que es el que más va calando entre los estudiantes del CEP. Como dice don Cervera, esta institución lo que enseña es una Iglesia “de la comunión y de la responsabilidad compartida entre los hermanos cristianos”. Esta doctrina es la que anima a profesores y alumnos a “trabajar sobre todo la responsabilidad, especialmente global de la parroquia, a fin de mejorar su calidad y avanzar en el trabajo pastoral en equipo, en la co-decisión comunitaria”.

En donde Cervera debería tratar de lo que han hecho sus alumnos durante el curso pasado, nos expone cómo nacen y se organizan los cursos de formación pastoral. En fin, no compliquemos las cosas y sigamos. Se ve que la contratación de los cursos parte de una iniciativa acordada entre el CEP y los arciprestazgos (Consejo presbiteral y Consejo pastoral del arciprestazgo, y los consejos parroquiales). Yo no sé cómo funcionan estas cosas, pero no dejo de preguntarme ¿y los obispos?, ¿qué se les consulta? Y sobre todo: ¿revisan los prelados los contenidos de los programas y la capacidad (primero “científica” y luego  doctrinal) de los “profesores” que los van a impartir?

Intervengan o no los señores obispos, la verdad es que estos cursos se han dado ya en los arciprestazgos de Barcelona presididos por los arciprestes que voy a señalar, quien los conozca ya sabrá porqué lo hago: Sants-La Marina (Josep Jiménez Montejo), Torrasa-Collblanc (José Soler), Sagrada Familia (Luis Bonet), San Andrés (Josep Rodado), Nou Barris i Gracia (Ricardo Masclans); en el arciprestazgo del Vallés Oriental (Granollers) y en Sabadell Centro, del Obispado de Terrassa. En el Obispado de Sant Feliu se han realizado también dos cursos en el arciprestazgo de Piera-Capellades (Pedro Milá), Anoya (Carlos Catasús), Garraf (Rafel Maroto) y Vilafranca (Ignasi Mora), y dos cursos en el de Montserrat (Miguel Raventós). En Vic, en los arciprestazgos de Guilleries y en Ripoll. Es de suponer que los dos obispos tan modélicos en doctrina como son los de Terrassa y de Vic habrán dado su anuencia para que sus laicos y sacerdotes se formen en el espíritu y la letra de los cursos del CEP, ¿o quizás estos mitrados no saben nada?

A la vista del éxito obtenido con los cursos Cervera nos anunciaba que el CEP iba a preparar un Proyecto Pastoral para las parroquias y arciprestazgos, que fuese “factible” (¡) para este curso que ya ha finalizado. Bueno, ¡ni que el CEP fuese un concilio tarraconense!

Hecha esta digresión, Cervera vuelve sobre los cursos de pastoral señalando cuáles son sus “puntos clave”. Que escuchen pues los señores obispos. Aunque siempre – ya lo he advertido otra vez -  es más de lo mismo, voy a señalar alguno de estos “puntos clave”: “Aumentar el grado de responsabilidad compartida, y el grado de trabajo en equipo entre los diferentes servicios que una comunidad cristiana necesita, incluidos los curas. Se orienta hacia el proceso de cambio del modelo de relaciones entre clérigos y laicado”. Se trata igualmente de “preparar personas (que ya las hay - dice Cervera -, tienen ya mucha preparación, vitalidad y ganas de trabajar) para que sean capaces de tener una visión y una responsabilidad global para la marcha de las comunidades cristianas, independientemente de la presencia regular del cura”.

Otro punto clave de los cursos es que los servicios de los agentes de pastoral pueden ser, entre otros, así lo expresa Cervera, “a nivel global de la parroquia para que ejecuten las decisiones del Consejo pastoral…”. Los organizadores, confiesa el coordinador de los cursos del CEP, están muy contentos con esta iniciativa. En efecto, en ellos ven “un signo de esperanza de la nueva Iglesia que va naciendo y todos son como «comadronas» (del nacimiento de esta “nueva Iglesia”), aunque a veces, como decimos en el curso – continua Cervera -, tenemos también que hacer de «buenas plañideras» para ayudar  a bien morir”. Pues miren, yo me temo lo peor con esta obra de misericordia corporal de “ayudar a bien morir”: ¿A quiénes ayudarán en este doloroso trance? Seguro que si nos dejamos, nos darán el “paseíto” a todos los que no pertenecemos o no nos quieren en su “nueva Iglesia”.

No acaba aquí el contento de los que tienen que ver con el CEP por el éxito de su siembra. Véase otra prueba más: “Cuando en una parroquia el que responda de cada tema, misión, comisión o grupo, no sea ya el párroco-cura sino, y de forma reconocida oficialmente, la persona o el equipo para aquel «ministerio» o servicio, iniciamos el camino de otro modelo (de Iglesia)”. Son palabras tan de retruécano como significativas.

Los cursos de formación de agentes de pastoral tienen que darse a conocer más en los otros obispados fuera del de Barcelona. Este es otro de los “puntos fuertes” de que venimos hablando. De hecho, para el curso escolar 2006-2007 los dirigentes del CEP habían previstos ya cursos en el Pueblo Seco (José M. Rierola), Prat, Pueblo Nuevo (mira por donde por aquí asoma su cabeza Francisco Romeu, uno de los más fervientes difusores de los cursos), Mataró (Jorge Cussó), y Santa Coloma (y ¡oh sorpresa! Salvador Bacardit). Cursos de segundo nivel se imparten en Sants-la Marina (Manuel Soriano), Nou Barris, Gracia, Garraf-Penedés y San Andrés.

V) Por fin nos encontramos con el último apartado, que lleva el inexpresivo título de "Condiciones de posibilidad eclesial y pastoral". Aquí don Joaquin Cervera propone “a manera” – quiere decir “para” - “abrir debate, un conjunto de condiciones que posibiliten y que posibilitarán en el futuro la existencia de la misión y de la comunión eclesiales”. Hay cinco condiciones para conseguir este fin:

1) Primera, “Partir de la base que tanto una parroquia como un grupo de revisión de vida, de un movimiento o no, como un grupo constituido en una escuela cristiana, o en alguna otra entidad, o un grupo que reflexiona la fe y la vida (¡) en el seno de una familia o de una «colla» de amigos, es una comunidad cristiana”.

2) Segunda, “ir constituyendo una red de comunidades cristianas con sus responsables coordinados.

3) Tercera, “recoger, de forma sistemática, datos y experiencias pastorales que serán los signos de futuro de las comunidades cristianas”.

4) Cuarta condición: “Ir preparando un núcleo de cristianos y cristianas responsables de las comunidades para profundizar en el modelo de parroquia que se debe implantar”. Aquí, casi sin saber por qué Cervera se mete en terreno teológico – bueno ya anda pisoteándolo desde el principio - para sentenciar: “Los laicos y laicas son los más indicados para ayudar  a recuperar la frescura evangélica de la moral cristiana, de la Teología y de la Pastoral. Después de haber pontificado sobre el papel de los seglares en varios ámbitos de la reflexión de la Iglesia, don Cervera desea para los católicos del futuro que ante los grandes desafíos que tienen planteados la Moral, la Teología y la Pastoral diesen «una respuesta gozosa, sobre todo no obligatoria, ni legalista». Y continúa profetizando que la: “Participación activa y responsable de los laicos (se le ha olvidado de decir también laicas) en el discernimiento de los grandes interrogantes éticos de la conciencia moral cristiana hará que la propuesta cristiana sea: especializada (con un  buen equipamiento metodológico y temático) para que realmente sea escuchada; pluralista, diversificada culturalmente según cada inculturación; en camino, provisional siempre y creativa, y ecuménica”. ¡Es un estilo que agota! Mezcla además lo particular con lo universal. ¡Cómo debe tener estructurada la Teología en la cabeza el reverendo Cervera!

5) Y, gracias a Dios, que llega ya el quinto y último de estos misterios de dolor. Se trata, en opinión de mosén Cervera, de: “Estudiar y tirar adelante innovaciones pastorales”. Vamos a ver cuáles:

a) en la liturgia: “Estudiar el hecho de que algunas personas, que no fuesen curas, presidiesen celebraciones de la palabra dominicales, y también entierros, bautismos, bodas y otras formas de orar juntos, como ya se hace en algunos sitios” (digo yo, del África tropical, seguramente). Más sobre las innovaciones litúrgicas: “procurar también que cualquier cristiano o cristiana pueda convocar, aglutinar y presidir plegarias, celebraciones de la palabra, estudios del evangelio, en casas familiares (¿), de amigos, en las parroquias”

b) innovaciones pastorales que no son otras sino la repetición del principio de “la corresponsabilidad compartida” en las parroquias. Para el reverendo Cervera, lo más importantes es: “Desclericalizar las comunidades. Caminar hacia la no confusión entre presidente de las celebraciones, párroco, gestor de la parroquia, magisterio espiritual, consiliario…”. Sin movernos aún del ámbito pastoral, se invita a los agentes de pastoral a: “Coordinar equipos-animadores de pastoral en las parroquias y arciprestazgos. Se trataría de ir preparando a nuestras comunidades cristianas para que se autogobiernen en equipo”; y, fuera de la propia parroquia - para que no se les escape nada- “valorar el trabajo interparroquial, más democrático, más corresponsable

c) Señalo todavía otra innovación que, según Cervera, debe ser también actuada por profesores y alumnos del CEP, y es que “se debe elaborar una teología hecha desde las experiencias pastorales de las parroquia… Que sea útil e ilumine la pastoral real”.

Siguen tres anexos o documentos “oficiales” – así lo piensan - que los organizadores de los cursos de pastoral ofrecen a sus alumnos. Podrían ser objeto de comentario para otra ocasión.

 

B. LO QUE VA A PASAR.

 

Interrogantes y conclusiones personales :


1) Mi primer pensamiento: Tendrán que evangelizar mucho los señores del CEP y sus discípulos para poder disponer de una estructura tan nutrida y compleja como la que quieren implantar en las parroquias de esta “nueva Iglesia” que están «ayudando a alumbrar»

2) Durante la lectura de la lección del padre Cervera, me pregunto constantemente, ¿pero qué dicen nuestros prelados ante lo que vamos sabiendo del CEP y su difusión? ¿Saben lo que se intenta inculcar o es que a lo mejor ni están informados? En concreto ¿cómo puede digerir todo eso el arzobispo de Tarragona, presidente del CEP, y sobretodo, sufragar esta institución que enseña doctrina que no es de la Iglesia? ¿y el de Barcelona, cuya archidiócesis se lleva la palma por cuanto se refiere al número de cursos ya impartidos para la formación de agentes de pastoral? ¿Lee monseñor Martínez Sistach lo que ya se publica en las Hojas parroquiales de aquellos sitios donde ya se han dado estos cursos? ¿Y el obispo de Vic? ¿Y el de Terrassa? Me refiero particularmente a monseñor Sáiz Meneses, porque desde el mismo Germinabit se habla a veces de su diócesis y de su seminario proponiéndonoslos casi como “modelos”. Pues yo me interrogo ¿es todo eso del CEP lo mismo que se enseña en el modélico Seminario de Terrassa? ¿No? pues ¿por qué se dan cursillos de formación de agentes de pastoral en los arciprestazgos del Vallés Oriental (Granollers) y en Sabadell Centro. ¿Qué opina el vicario general Francesc Pardo? Así no se llega a obispo, padre Pardo. Y ¿qué dice la promesa silenciosa, oculta y arácnida del episcopado catalán, el rector del seminario terrasense, Salvador Cristau?

3) En otro orden de cosas más serio, insisto que es del todo necesario estudiar lo que pueda haber de sano y “asumible”, y de erróneo también en la eclesiología de la comunión, de la sinodalidad (que el CEP aplica también al humilde nivel de las parroquias), y en los conceptos de corresponsabilidad y de “Iglesia o comunidades igualitarias”. No crean los doctores Fontbona, Pie y Cervera que todos estamos persuadidos de que ésta es la eclesiología del Vaticano II; incluso no nos llegamos ni a creer que este tipo de eclesiología coincida exactamente con lo que está escrito en las conclusiones del último concilio Tarraconense (en lo de su “espíritu” ya no entro).

4) Finalmente, otra pregunta: ¿por qué toda esta teología igualitaria, sin superiores ni inferiores, etc., se puede aplicar a la teología y ministerio de los presbíteros y no a la de los obispos? Intuyo la respuesta. Pero la verdad es que Cervera y sus edecanes, con los obispos no se meten ¿por qué será? Bien, pues yo me atrevo a decir que el paso a que me estoy refiriendo es muy fácil de dar.

En fin mis queridos amigos sacerdotes si os hacen párrocos ya sabéis a qué sitios no deberéis ir, qué parroquias no podréis aceptar, porque los encontronazos que tendríais con los agentes de pastoral arruinarían vuestro apostolado. Digo eso exageradamente ya que podéis estar tranquilos, porque los que no compartís las ideas del CEP, no seréis propuestos para las parroquias de los arciprestazgos de la “nueva Iglesia” naciente. Bien lo saben ellos. Y lo digo muy seriamente, que de esta manera, allí donde jamás os querrán, se irán creando extensas zonas que quedarán pastoralmente como independientes del resto de la archidiócesis e incluso de la misma autoridad episcopal que nombrará a quienes le dicten los arciprestes y las nuevas comunidades igualitarias, corresponsables y autogestionadas.

 

 

La confusión entre los ministerios sacerdotal y laical en los “Cursos de iniciación pastoral” del laicado catalán para asumir cargos de jurisdicción parroquial: ¿Qué piensan los señores arzobispos de Tarragona y de Barcelona?

Sigo la invitación de Prudentius de Bárcino en su post de Germinabit, del dia 11 de junio, en el cual nos exhortaba no sólo a constatar la situación actual de la Iglesia – en la Archidiócesis de Barcelona, decía Prudentius - sino a actuar. Pues bien, voy a hacerlo a través de estas líneas. Trataré de un tema que nos preocupa tanto a seglares, como a sacerdotes: el de la implantación de los llamados “agentes de pastoral” en Barcelona.

1.- El objetivo de algunos sacerdotes de Barcelona es la de nombrar (ya lo ha hecho el arzobispo Martínez Sistach con tres seglares de la Parroquia de San José Oriol de la Ciudad Condal) o la de formar laicos a los que se les dé una auténtica misión canónica para asumir responsabilidades de gobierno – “pastorales”, dicen ellos – en las parroquias. Estos sacerdotes y los Consejos de Pastoral de sus comunidades presentan a sus “agentes de pastoral” como una nueva manera de llevar las parroquias y de entender en ellas el papel de sus presbíteros. La instauración de los llamados agentes de pastoral la entienden los mismos que la promocionan como un paso intermedio entre la situación actual y la llegada de una nueva disciplina eclesiástica sobre el sacerdocio tradicional que, según ellos, ha fracasado.

2.- Los organizadores: Hay un movimiento inicial que, como ya he dicho, cuaja en la Parroquia de San José Oriol, y que lleva a término su párroco jubilado, José Boix. Este modelo de los laicos de Boix o una fórmula parecida se trabajaba paralelamente en arciprestazgos conectados entre sí. Quien cuidará luego de ir presentándola a toda la archidiócesis será principalmente el reverendo septuagenario, José Hortet, incombustible y digno de mejor causa.

3.- El método para la formación de laicos: Se concreta en el establecimiento de unos “Cursos de iniciación Pastoral”, organizados por el “Centro de Estudios Pastorales de las diócesis catalanas”. Estos cursos pueden ser impartidos además en los diferentes arciprestazgos de Barcelona, como ya se ha hecho.

4.- Estructura jurídica: Tienen toda la cobertura legal, digámoslo así, pues el  “Centro de Estudios Pastorales de las diócesis catalanas”, depende de los Obispos de la Tarraconense, que, como es sabido los preside monseñor Jaime Pujol. El director del CEP es el sacerdote de Sant Feliu, José M. Domingo, quien forma parte además de la revista, tan floja como de chillona contestación, Foc Nou. Tengamos en cuenta que estos cursos nacen con la pretensión de que se extiendan por otras diócesis catalanas.

5.- Los difusores de la iniciativa: Los arciprestes y sacerdotes que comparten una misma idea del papel de los laicos en la Iglesia. Destacan entre ellos Francisco Romeu y Joaquín Cervera – que además este último es profesor de aquellos cursos. Los difunden en las zonas pastorales los vicarios episcopales, Joan Galtés – mano derecha de Martínez Sistach, a pesar de la oposición que tiene el primero entre una gran parte del clero barcelonés - y Segimundo García, el “pastoralista” que mandó a un seglar a administar a un moribundo el sacramento de la Unción de los Enfermos. ¡Con qué soldados cuenta monseñor arzobispo! Pero son los que él mismo se elige.

 

Pasemos ahora al análisis de los contenidos de los Cursos de Iniciación Pastoral y veremos después la valoración que de ellos hacen los que han participado en uno de estos cursos:

A) Contenidos del plan de estudios de los Cursos de Iniciación Pastoral ofrecido por el CEP. Constan de quince sesiones de hora y media o de dos horas cada uno. Con esta exhaustiva formación ya pueden recibir la misión canónica, claro que los de San José Oriol ni eso hicieron. La finalidad de los cursos, según reza el programa oficial es la de “promover equipos de pastoral al sevicio de las comunidades y ofrecer elementos de renovación y de profundización a los equipos que ya ejercen una misión”. Mucho no dicen, en verdad. Pero lo que cabe destacar es que los cursos, además de ofrecer formación muy teledirigida en una sóla línea, se encaminan a obtener para sus participantes una misión de carácter jurídico, “que ayude – dice el programa - a crecer el grado de responsabilidad y participación” en las parroquias. El mencionado programa tiene tres fases.

1.- La primera, “Partimos de la realidad…” El lenguaje, como siempre, que describe el contenido de esta fase es ambiguo. En efecto se refiere al “Espíritu (Santo) que mueve la historia, la vida, la pastoral…” y a los laicos como responsables de “nuestra acción pastoral”.

2.- La segunda, “Profundicemos nuestra fe…”. Indico algunas de las partes de que se compone este segundo bloque. En el se tratará de Dios Padre, de Jesucristo, del Espíritu Santo. Uno pensaría que, luego, después de hablar de las tres Perosnas divinas se deberá hablar de la Iglesia. Pues sí, pero sospechosamente se lee en el programa que se trata de la “La Iglesia como comunión”¡Qué querrá decir “Iglesia de comunión”! Claro, a los que nos enseñaron en las parroquias este concepto pensamos en seguida en el Vaticano II o en las enseñanazas más actuales sobre la comunión en la Iglesia, de Juan Pablo II y Benedicto XVI. Pues resulta que lo de la “Iglesia de comunión” significa otra cosa muy distinta. Se trata de la eclesiología que divulga Jaime Fontbona, el cual la profesa en la Facultad de Teología, y que la podréis encontrar expuesta – con mucha ambigüedad también - en dos libritos suyos, pesados y tan subdividos en apartados que parecen guías de ficheros. Vaya, que más que libros son en su estructura gráfica como un comentario a Germinabit, igual al que ahora yo estoy haciendo. La de Fontbona, debe ser la misma eclesiología a la que apuntaba el padre Evangelista Vilanova. Todo esto tendría que ser analizado por un buen teólogo. La teología que está en la trastienda de la “Iglesia de comunión” y de la “sinodalidad”, etc. es la que mejor les va a los promotores de los Cursos de Iniciacion Pastoral y a los partidarios de un cambio de la teología del sacerdocio y de su disciplina actual.

3.- La tercera fase del Curso de Iniciación Pastoral lleva el título “Para servir mejor en nuestro trabajo pastoral…”. Anuncia un tema tan suculento y repetitivo como el de la “responsabilidad pastoral y modelos” que ofrecerán los profesores “para ejercerla” en las parroquias.

B) Resultados de uno de estos cursos de iniciación pastoral. Trabajaremos a continuación sobre las conclusiones a que han llegado los participantes al curso de Iniciación Pastoral realizado este año en el Arziprestazgo de Mataró – o de la “Iglesia de Mataró” como dicen. He aquí las conclusiones presentadas por M. Dolors Fernández.

1.- Respecto a la segunda fase del programa del curso de Mataró, la que lleva  el título de “Profundicemos nuestra fe…”, la señora Fernández dice que los alumnos del cursillo trataron de la “Iglesia como comunión y fraternidad de iguales y de la corresponsabilidad de los laicos”.

2.- En relación a la tercera fase, “Para servir mejor en nuestro trabajo pastoral…”, se constata que los participantes en el curso reflexionaron sobre la “acción pastoral” concreta de los laicos en la parroquia y el “modelo de responsabilidad, funciones del responsable de grupo (un seglar) y la responsabilidad global de la coordinación en el marco parroquial”.

3.- Entre los aspectos aspectos positivos del curso, los inscritos en él señalan el hecho de ”haber tratado del papel del sacerdote (en la parroquia) y, otra vez, la responsabilidad de los laicos”. A esta constatación positiva le siguen no obstante estos angustiosos interrogantes: “¿Sabrán los responsables de la Iglesia dar con confianza responsabilidades plenas a los laicos y laicas? ¿Los Consejos Pastorales y el Consejo Arciprestal – continúan preguntándose - tendrían que ser órganos de reflexión y debate, y no sólo informativos y organizativos? ¿Sabremos ser valientes y profetas de cara a la Iglesia del futuro?

4.- Aún hay otra pregunta de futuro referida ahora al papel que los agentes de pastoral deberán desempeñar en las parroquias de Mataró y poblaciones vecinas: “¿Hacia dónde nos encaminamos?”. He aquí las respuestas: “No pretender dominar la sociedad”, “aceptar la pluralidad”, “hacer una oferta humilde del evangelio”, “valorar más una iniciación cristiana no ligada a los sacramentos”. ¡Sorprendentes propuestas de futuro! Por lo que se refiere a la organización de las comunidades parroquiales de mañana, según los alumnos del curso de Mataró, las parroquias o sus sacerdotes deberán “saber delegar, confiar en la autonomía del responsable (seglar) y asumir responsabilidades”. Todo eso unido a un empeño por “avanzar en la coordinación global de la parroquia y en la toma de decisiones más corresponsable”.

5.- Finalmente, los cursillistas de este año, de cara a aplicar lo aprendido al próximo curso sugieren estos dos temas: continuar profundizando en la “formación en el ámbito de la corresponsabilidad” y  “construir un grupo de responsables de parroquias que relexionen sobre qué Iglesia queremos”.

C) Nuestras conclusiones respecto a los “Cursos de iniciación Pastoral”.

1.- Personalmente, podría estar de acuerdo en el qué no en el cómo.

2.- Lo más ambiguo que encuentro en estos cursillos es la doctrina eclesiológica que intuyo y la confusión de ministerios.

3.- Una cosecuencia de esta ambigüedad es lo que se refiere al concepto de “corresponsabilidad”.

4.- Me sorprende que el señor arzobipo de Tarragona no ejerza un control responsable tanto sobre los contenidos del curso, como sobre los profesores que los dan.

5.- No comprendo cómo el señor arzobispo de Barcelona no se da cuenta de lo que está ayudando a nacer en su archidiócesis: confusión y división en el futuro. Vaya, lo que se dice popularmente: “pan para hoy, hambre para mañana”.

6.- Mi última inquietud: ¿cómo pueden proponer en el Consejo Presbiteral de Barcelona una estrategia o plan para el fomento de las vocaciones al ministerio sacerdotal, cuando en la misma diócesis se ponen las bases para confundirlo?