Las izquierdas ante el hecho religioso

La forma de afrontar el hecho religioso es una asignatura pendiente de la izquierda. Mucha parte de la izquierda está acondicionada todavía por la visión de Augusto Conde de la teoría de los tres estadios de la humanidad: primer estadio: teológico; segundo: metafísico; tercero: sociológico, en el cual desparece la visión religiosa y filosófica de la vida y del mundo. Es una perspectiva europo-centrista y muy simplista, que decide que la religión está presente en una etapa infantil de la humanidad, y por lo tanto si alguien la sigue todavía, o es uno inmaduro, o es un enfermo. La religión es percibida como algo anticuado, reaccionario, conservador y enfermizo.

El análisis marxista, aunque aporta una visión crítica muy acertada sobre las dimensiones enajenantes e ideológicas ("tapadera" de las auténticas opresiones de las personas: "la religión son las flores que tapan las cadenas"), depende muy todavía de esta concepción comtiana y cientista, que le impide reconocer el hecho religioso como un hecho perdurable, inscrito en la condición humana y en la de los pueblos. Para Marx la religión está destinada a desaparecer, si no no seremos verdaderas personas. Esta visión no está tan lejos de la actitud de Jesucristo de poner de manifiesto la inhumanidad del instinto humano de "sacralizar" objetos, edificios, espacios, tiempo y personas, para así poder dominar las poblaciones en nombre de un Dios inexistente, pero socialmente muy eficaz para la integración social y la socialización ("colgar" las normas sociales de la "voluntad" divina incuestionable).

La tradición racionalista, reforzada por la marxista y anarquista, con componentes anticlericales y secularistas a menudo legítimos, razonables y fundamentados, han influido enormemente en la manera de tratar el hecho religioso por parte de la izquierda. El mismo concepto de secularización, que ha sido casi hegemónico en el análisis de la religión, está condicionado por esta visión. Pero últimamente los estudiosos de la religión han elaborado nuevos conceptos que ayuden a investigar la complejidad y los profundos cambios actuales del campo religioso.

Las formas de actuar de las iglesias (derechización, críticas poco razonables a los pensamientos humanistas, atrincheramiento con el poder, manipulación de los sentimientos religiosos al servicio de sus intereses institucionales, experiencias de persecución religiosa, nostalgia de un pasado en que tenían poder económico, político, cultural, ético, simbólico...) y en particular de ciertos sectores, incluso dirigentes de nuestra iglesia católica han ayudado y ayudan a reforzar esta concepción de la religión de nuestra izquierda.

Todo tiene consecuencias a la hora de observar y actuar ante las clases de religión, las escuelas de religiosos concertadas, las manifestaciones públicas de personajes e instituciones religiosas, el voluntariado y las organizaciones confesionales que atienden en poblaciones marginales... Toda la izquierda y también la sociedad moderna liberal tiene necesidad de distanciarse de un discurso religioso que lo quiere y lo califica de reaccionario (vease el tratamiento en muchos medios de comunicación) y si conviene se lo falsifica o se lo amputa para que pueda ser percibido así. Por otra parte las iglesias y en concreto la católica le cuesta mucho adaptarse a una sociedad laica, democrática y plural, en la cual ya no "manda" y de la cual recibe un cierto proceso de "marginalización". Las quejas de cariz integrista y nostálgico de parte de nuestra iglesia y de otros, no sólo expresan esta inadaptación, sino que refuerzan todavía más la visión secularista de mucha parte de la izquierda, que quiere anular las presencias públicas de las iglesias, ya que son interpretadas como un retorno a la presencia prepotente, de liderazgo dominador anterior (con el cual incluso pueden competir).

Éste es el "drama" que impide un análisis más pertinente y crítico no simplista del hecho religioso por parte de la izquierda, que ayude a ver también a sus dimensiones liberadoras y fecundas socialmente, con sus efectos políticos. (Se han dejado de lado los intentos de los Comín, García Nieto y otros en la tradición comunista y algunos menos atrevidos de la tradición socialista). Y también se impide así, una recolocación pública nueva, más humilde, de las confesiones religiosas.

Hará falta cada vez más un conocimiento más próximo y positivo por parte de la izquierda del hecho religioso, y del hecho cristiano, con el fin de descubrir sus potencialidades estimulantes, de protesta, de expresión utópica, que dan sentido a la lucha por los más abandonados, incorporando elementos de perdón, de auténtico afecto, para refundamentar la ilusión por vivir y por la felicidad de todo el mundo.

La presencia del islam, del desarrollo del New Age, de la influencia de las religiones orientales y retornos de religiones antiguas será una realidad tan patente que obligará la izquierda a cambiar sus esquemas rígidos, para volver a ayudar a levantar los sectores de la población que esperan y desean una auténtica revuelta, que pide en su interior una mística revolucionaria, aportable por los diferentes patrimonios religiosos de la humanidad.

Quim Cervera es capellán y sociólogo