Un capellán rebelde, una comunidad abierta

El tono creciente de intransigencia de los obispos españoles, que ha culminado con el nombramiento de Rouco Varela como presidente de la Conferencia Episcopal Española, ha provocado un estallido de reacciones. La nota de los obispos del 30 de enero fue la gota que hizo desbordar el vaso, cuando entraron en campaña a favor del PP insistiendo en aquellos aspectos que han configurado el discurso de los populares, como la supuesta ruptura de la solidaridad interterritorial, el «peligro» de los derechos nacionales y la negativa al diálogo por la paz con ETA y la ley de matrimonios homosexuales. Las respuestas a los obispos -porque hay creyentes de todas las opciones políticas- surgieron de colectivos de laicos, de capellanes y de religiosos y culminaron el 29 de febrero, cuando 32 entidades cristianas presentaron en Barcelona el documento “Otra voz de Iglesia”.

Pero la misma noche que se hizo pública la nota de los obispos y antes de todo el estallido de reacciones, un capellán colgó en la web parroquial una respuesta contundente y clara, predestinada a levantar tanta o más polvareda que toda la retahíla de manifiestos a punto de hacer: Yo estoy a favor del matrimonio homosexual, de legislar el aborto, que no haya concordado Iglesia-Estado, que no haya asignatura de religión católica en la escuela, que haya asignatura de cultura religiosa para todo el mundo, que esté la asignatura de educación para la ciudadanía, creo con un final de negociación con ETA, creo que no peligra ninguna democracia por el hecho de ser laica ... y no estoy de acuerdo con muchos obispos (R.M. seguidor de Jesús). Era del rector de la parroquia de Poblenou, de Pineda de Mar, Ramon Masachs, capellán del Foro Joan Alsina de Gerona, que reúne a unos 80 capellanes que se han definido sobre aspectos polémicos en la Iglesia, como abrir el sacerdocio a las mujeres, que los divorciados no sean excluidos de la comunión, que el Vaticano no sea un Estado y que el celibato sea opcional.

En este caso, el capellán no se escudaba en siglas colectivas y daba la cara, sabiendo que su declaración sería polémica y que su persona podía ser atacada. La crítica escuece especialmente a la jerarquía cuando se suman dos factores: si llega de capellanes y si, al mismo tiempo, sale a los medios de comunicación. En este caso se añadió otro: el grupo parroquial Palabra y Acción, ocupado habitualmente de temas solidarios, se añadió a la declaración y empezaron a recoger firmas de apoyo al texto. Estuvo aquí cuando se acabó de generar la noticia, que salió en todas las ediciones del diario El Punt. La información de la periodista Teresa Màrquez hizo que se movilizaran a continuación las agencias de noticias y en dos días había salido a medios de todo el Estado y se debatía en foros y blocs de internet. En la parroquia de Poblenou, la web y el correo electrónico han hervido de visitas y mensajes, y la comunidad, nada habituada a verse reflejada a los medios, lo ha vivido con preocupación moderada.

La gran mayoría han sido mensajes de apoyo y comentarios constructivos. Pero también ha habido, aunque pocas, palabras próximas al insulto, a la amenaza o la manipulación descarada de la breve declaración del rector. Algunas, muy malintencionadas, acusándolo de abortista, cuándo lo que dice es que está a favor de la legislación del aborto, no del aborto libre y, por lo tanto, defiende que no se condene -ni legalmente ni moralmente- aquella mujer que desgraciadamente se ve vertida en determinadas circunstancias que prevé la ley, como por ejemplo una violación, una malformación grave del feto o el peligro para la vida de la madre. ¿No sería la comprensión hacia su dolor y su circunstancia la actitud más evangélica? Además, hay que remarcar que ésta no ha sido la única voz en este sentido: recordamos al padre Cassià M. Just, muerto hace pocos días, respondiendo al Vaticano cuando no se les ocurrió otra cosa que aleccionar a las mujeres cruelmente violadas en la guerra de Bosnia diciendo que no era lícito abortar. “¿Sin embargo, viven en la luna? Estas mujeres lo que necesitan es una palabra de confort" o unas declaraciones del capellán Manel Pousa de Barcelona (El Periódico, 21-2-08), explicando que él mismo reconocía haber pagado dinero para ayudar a abortar en alguna circunstancia, o del escolapio Enric Canet (El Periódico 29-2-08) diciendo: "Recomiendo a estos obispos que salgan a la calle y conozcan la realidad de las mujeres que se ven forzada a abortar". También está la acusación de estar fuera de la Iglesia por haber defendido el matrimonio homosexual, mientras la jerarquía los recomienda, con paternalismo rancio, la castidad como única opción. ¿Cómo osan condenarlos mientras hay tantos casos públicos de hombres de Iglesia que han llegado a abusar de criaturas? ¿No es el matrimonio una opción libre de dos personas adultas que se aman? Por otra parte, sobre el diálogo con ETA hay obispos que han participado en mesas negociadoras y que lo han reconocido públicamente y en Irlanda la vía del diálogo funcionó, curiosamente, con la ayuda de un capellán. ¿Qué recomendaría a Jesús? Mientras tanto, el Poder-estado Vaticano se va desacreditando, dedicando más esfuerzos a hacer públicos nuevos pecados que a predicar con el ejemplo y apostar por la justicia social en la línea de Pere Casaldàliga y tantos otros.

A raíz de la polémica, la pregunta constante en la parroquia ha estado si se esperan represalias, porque ni el capellán piensa terminar, ni los fieles apostatarán. La respuesta es hacer piña y manifestar que la Iglesia no son sólo los obispos: también es Iglesia la voz de un rector, hasta hace poco anónimo, y la voz de una comunidad sencilla, pero de puertas abiertas. Y demostrar que, a pesar de pes a una minoría, pueden convivir en paz diferentes formas de entender la fe, como pasa a la parroquia de Poblenou y como tendría que ser al conjunto de la Iglesia.

Maria-Josep Hernàndez es periodista